"En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros." (ALBERTO MANGUEL)

lunes, 12 de marzo de 2012

LA INVENCIÓN DE HUGO


Se dice por ahí que La invención de Hugo, la última película de Martin Scorsese, es -sin ningún género de dudas- la primera obra maestra del cine rodada en 3D. Se dice que, en realidad, no es una película sino una carta de amor al cine, a los orígenes del cine, a sus pioneros, a su inocencia y a su magia. Se dice que el protagonista, Hugo Cabret, es un tributo a los legendarios huérfanos de Dickens.
Algo (o mucho) hay de cierto en todo ello. No soy aficionada (tal vez me pilla un poco "mayor") al cine en 3D; pero tengo que reconocer que ha sido estupendo sentirse bajo la nieve de París o caminar por los andenes de una estación parisina de los años treinta o ver pasar la vida desde el interior de un reloj que está dentro de una estación parisina de los años treinta. Para eso se inventó el cine, ¿no? Para fabricar ilusiones. Es lógico que hasta un veterano como Scorsese se haya dejado seducir por los medios que la moderna tecnología pone a su alcance. Era de esperar también que un maestro como él supiera manejar esos medios con sobriedad y poesía.



Y sí, es una película rebosante de amor. De amor al cine, se entiende. Y también a la literatura. Nada me emociona tanto en una obra de arte como que sepa transmitir la pasión que pone el creador en su trabajo. Y como de bien nacidos es ser agradecidos, Martin Scorsese ha querido rendir un homenaje a quienes inventaron el cine, a aquellos tiempos míticos y difíciles en los que el cine era pura imagen y los fotogramas se coloreaban a mano. Por ahí están los hermanos Lumière. Hay guiños a Harold Lloyd y a Chaplin. Pero, por encima de todos, sobresale la figura de Georges Méliès, el gran mago del cine, el abuelo de los efectos especiales y la ciencia ficción. En el ocaso de su vida, Méliès aparece como un anciano malhumorado que regenta una tienda de juguetes en la Gare Montparnasse, la estación parisina donde transcurre la existencia de huérfano dickensiano del protagonista. Pronto descubrimos que el viejo cascarrabias es el autor de Le Voyage dans la Lune, una pequeña joya del cine basada en la obra de otro genio: De la Tierra a la Luna, de Jules Verne. Merece la pena echar un vistazo a este documento histórico.



La invención de Hugo es también una película basada en un libro, la novela gráfica de Brian Selznick, La invención de Hugo Cabret, editada en España por SM, y cuya magnífica página web recomiendo visitar aquí.



Lo reconozco, sí. Me ha conmovido esta película o carta de amor o tributo o lo que quiera que sea La invención de Hugo. La he disfrutado enormemente. Ningún amante del cine debería perdérsela. Ningún niño (de entre siete y noventa y siete años) tampoco.

4 comentarios:

isabel dijo...

Me guardo esta entrada tan completa por si al final hacemos alguna actividad sobre este libro que tenemos en nuestra biblioteca.
A mí también me conmovió la película.

Unknown dijo...

Mi hijo me ha recomendado el libro, tú la peli...¡Habrá que hacer algo!

I. CAMACHO dijo...

Gracias, Isabel. Un abrazo para ese lugar de La Mancha.

I. CAMACHO dijo...

Si el niño lo dice... por algo será. Besos.