Me desperté. Era ya por la tarde. Me levanté de la cama y observé el ocaso a través del cristal de la ventana de mi habitación. Me dirigí al salón. Una taza de té y un bizcocho descansaban sobre una mesa de cristal. Comí un poco de bizcocho. Era dulce y jugoso. Tomé un sorbo de té. Era amargo y estaba frío. Hice un gesto repulsivo y dejé la taza y el bizcocho sobre la mesa. Me dispuse a buscar a mis papdres. Sin embargo, un leve sonido me interrumpió. Procedía de la habitación de mis padres. Fui corriendo. Cuando llegué, comprendí que el sonido provenía del teléfono de la habitación. Me acerqué extrañado y descolgué el teléfono. Una voz rota me empezó a hablar, me quedé paralizado y el auricular se me resbaló entre los dedos. Mis lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Mi madre había muerto.
JESÚS CEBRECOS, 2ºC
El atronador sonido de las gotas de lluvia chocando con las tejas de mi desolada casa fue el último sonido que pude oír, pues, al ver la horrible imagen de mi madre alumbrada con el suave resplandor de la casi consumida vela tirada en el suelo, ya no prestaba atención a nada. Intenté gritar, pero antes de que quisiera darme cuenta, un hombre con un pasamontañas, asestó un fuerte golpe contra mi nuca, produciéndome así un desmayo, del que me desperté atado a una desconocida cama, entonces, el hombre del pasamontañas, ya con el rostro al descubierto, me miró como si yo fuese un ansiado tesoro que hubo buscado hace años infructuosamente, y me dijo: "Hijo".
ÁNGEL LÓPEZ GONZÁLEZ, 2ºD
1 comentario:
Son excelentes estos párrafos literarios, Biblos. Hay toda una cantera de buenos escritores entre la gente menuda. Felicidades a los dos y besos para ti.
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