"En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros." (ALBERTO MANGUEL)

martes, 20 de abril de 2010

ESPERANDO A ROSA NAVARRO DURÁN


Este curso, quizá más que ningún otro, el Departamento de Lengua Castellana ha apostado firmemente por la lectura de los clásicos. Los alumnos de Primero de Bachillerato los leen, como siempre, en su versión genuina. Los de Tercero de la ESO, en su versión adaptada. Éstos han estudiado ya La Celestina (durante el primer trimestre) y El Lazarillo de Tormes (en el segundo); ahora se encuentran inmersos en la lectura de una selección de fragmentos de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, nuestro clásico por excelencia. En el mes de febrero, como ya informamos en su momento, asistieron en Madrid a una original representación de la obra de Fernando de Rojas.

Pues bien, después de tan largo periplo, ellos siguen haciéndose la misma pregunta: ¿por qué? Por eso, nos hemos acogido a una ayuda del Ministerio de Cultura para participar en su programa ¿POR QUÉ LEER A LOS CLÁSICOS?, adscrito a la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. Hemos llamado a ROSA NAVARRO DURÁN, catedrática de Literatura en la Universidad de Barcelona (que de esto sabe, y mucho) quien ha aceptado encantada nuestra invitación. La estamos esperando ilusionados para que inaugure nuestra semana cultural y para celebrar con ella el Día del Libro. No sólo queremos saber por qué es conveniente leer a los clásicos sino también su opinión acerca de los últimos estudios que atribuyen la autoría del Lazarillo a Diego Hurtado de Mendoza. Y no dejaremos de preguntarle por Miguel Hernández, del cual acaba de publicar una biografía dirigida al público infantil.

Aguardamos, pues, impacientes, este encuentro que tendrá lugar el próximo viernes día 23, en nuestra biblioteca, a las 11:40 de la mañana. Los alumnos de Tercero de la ESO están de enhorabuena.

6 comentarios:

Esther Escorihuela dijo...

Me parece muy interesante. Siempre somos cuestionados si nos apoyamos en los clásicos y hoy a menudo se cae en el extremo contrario: los chicos acaban la Educación Secundaria faltos de referentes. No olvides hacernos un resumen de sus conclusiones.
Un abrazo.

Lola MU dijo...

Menudo lujo tener "en casa" a una experta como Rosa Navarro y poder charlar con ella. A veces pienso que la vida en los Institutos es estupenda, je, je.

I. CAMACHO dijo...

Claro, Esther: intentamos equilibrar, aunque no sé si lo conseguimos. Os transmitiremos sus conclusiones. Gracias por la visita.

I. CAMACHO dijo...

Sí, Lola, es un auténtico lujo y un honor que nos brinda desde hace años. Como ella dice, esta es ya como su casa. Esperamos no defraudarla y que los chicos estén a la altura. Abrazos.

Anónimo dijo...

Qué mujer tan apasionada y apasionante...! Como siempre, será un placer escucharla.
En Alpedrete, en su día, despertó pasiones desorbitadas.
Por cierto, Esther, qué alegría leer tus palabras y compartirlas: a menudo la apuesta por los clásicos es hoy en día, en los centros de secundaria, un ejercicio de riesgo, una profesión de fe, un ir contracorriente,etc... para los profes que la sustentan.
Creo que fue Doris Lessing la que en su discurso en la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras ahondaba en la idea que tú planteas: explicaba cómo el haber alejado la lectura de los clásicos de los planes de estudios estaba creando una generación de europeos sin referentes comunes y, además,ese hecho abría más la brecha intergeneracional ya que durante generaciones los jóvenes europeos compartieron lecturas: Dickens, Salgari, Verne, Jack London...et caetera.
Ahora parece que lo que más se lleva en los centros son esos subproductos del marketing editorial para adolescentes, bajo la escusa de que "a los chicos les engancha...".
Uf, es un asunto que me saca de mis casillas. Lo dejo, que le lleno el blog de mis elucubraciones a la sufrida Biblos.
Lo dicho, que saludes a doña Rosa, Inma.

I. CAMACHO dijo...

Te la saludo, Trapi, con mucho gusto y no poca nostalgia. Ay, la diáspora..., cómo se deja notar en momentos así. Y no es que me queje de lo que hay (no sería justa); es que echo en falta lo que hubo. En fin: nunca estamos completos.