No había golpes, no había gritos.
No había llantos, no había quejas.
En su nido los polluelos benditos
y en su celda la paloma entre rejas.
Solo un sepulcral silencio y delitos.
Ni había llantos, no había quejas.
No había muerte, ¿o no había vida?
¡No, no! Solo anhelo de partida.
Porque si la guerra no es una ceguera,
no fui esclava, ni mirlo, ni nada.
Ni cantar podía aunque quisiera.
Solo una paloma abandonada,
que su cuerpo entrega y su alma entera.
Paloma buscando desesperada
una manera de mover las alas,
¡una manera de volar sin alas!
Cabeza agachada y pico cerraba,
ante el maltratador, cuervo impostor,
mis peores pesadillas poblaba.
Del dolor, cuervo intensificador.
Con sus garras mis alas desplumaba,
de mi pata magullada el autor.
Despertando con sus crueles graznidos,
los polluelos en el nido dormidos.
Solo había verbos de imperativo,
órdenes y adjetivos despectivos.
Mi sufrimiento en su nido cautivo,
anhelo de huida y escapes furtivos
a un mundo lejano, alternativo.
Volar y vivir como objetivos.
Saciar toda gana de libertad,
¡alcanzar mi ansiada felicidad!
Un día, abatida, actué.
Ya no había nada que perder.
Primero, con mis pichones cargué.
Segundo, contemplé el anochecer.
Después, las alas por fin replegué.
Al corazón debía obedecer.
Y una nueva vida comencé.
Cogí impulso y volé, ¡volé!
(Sara Manzano Carretero, 4ºC)
PRIMER PREMIO DE POESÍA EN EL XIV
CONCURSO LITERARIO "IES BARRIO LORANCA". SEGUNDO CICLO.