"En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros." (ALBERTO MANGUEL)

martes, 8 de marzo de 2011

LA MUJER ÁRBOL

En el Día Internacional de la Mujer y en el Año Internacional de los Bosques queremos rendir homenaje a la bióloga y Premio Nobel de la Paz Wangari Maathai, conocida como "la mujer árbol".


En los últimos 30 años, Wangari Maathai ha contribuido a plantar más de 20 millones de árboles en Kenia y a generar ingresos para 50.000 mujeres pobres, pero también se ha enfrentado al poder y a la policía, y ha sido golpeada y detenida.

Así es como esta mujer de piel negra, negrísima, imposiblemente joven para sus 70 años, llama a las dificultades que ha ido encontrando en su recorrido; una trayectoria que la ha llevado a convertirse en la primera mujer africana –y la duodécima en el mundo– en obtener el Premio Nobel de la Paz.

“Todavía me estoy pellizcando tratando de convencerme de que es verdad y que soy yo”, dijo en su oportunidad sobre la concesión del premio.

A Maathai le dieron la noticia mientras estaba trabajando en Nyeri, su localidad natal, una ciudad situada a 150 kilómetros de Nairobi, en un enclave privilegiado: frente al monte Kenia, el segundo pico más alto de África, y junto a la sierra de Aberdares. Para celebrarlo plantó un árbol allí mismo.

“Las montañas han sido fuente de inspiración a lo largo de la historia. Para la gente que vive cerca del monte Kenia, ésa es su montaña, incluso creen que Dios vive allí. Cuando yo la contemplo siento como si me mirara y me dijera: me están violando”.

Recuerdos de su infancia

Maathai lleva consigo una imagen de su infancia: un riachuelo al que acudía a recoger agua y a observar las plantas y los huevos de rana que flotaban en la corriente. Años después se secó.

“Pero su recuerdo es muy preciado, me ha dado energía todo este tiempo, y cuando trabajo siempre tengo presente la visión de ese arroyo”. Sin embargo, en los años setenta, cuando estaba enseñando anatomía, “la última cosa que estaba en mi mente era el medio ambiente; tampoco me desperté un día y decidí hacerme activista, fue algo que surgió naturalmente”.

Digamos que... una cosa llevó a la otra. Eso explica que en la maleta vindicativa de Maathai se fueran incorporando la protección del medio ambiente, los derechos de las mujeres, la lucha contra la pobreza, la exigencia de democracia y la promoción de la paz, para, desde entonces, viajar inevitablemente juntas y revueltas.

Trayectoria

Maathai se licenció en biología en Estados Unidos y amplió sus estudios en Alemania. Especializada en biología animal, fue contratada como profesora por la Universidad de Nairobi, donde enseñaría durante 15 años.

Allí se convirtió en la primera mujer de África oriental en obtener un doctorado, en 1971, y en dirigir un departamento universitario, el de anatomía veterinaria.

Ya entonces comenzó a implicarse en batallas al margen de lo que era estrictamente su trabajo. Se unió a un grupo para combatir las interferencias políticas en la universidad y los ataques a la libertad de cátedra; ello le llevó a la Asociación de Mujeres Universitarias, para combatir la desigualdad y las diferencias de salario entre profesores y profesoras, y, representando a ésta, Wangari empezó su actividad en el Consejo Nacional de Mujeres, una organización que llegaría a presidir entre 1981 y 1987.

“Me abrió un campo completamente nuevo y me confrontó con los problemas de las mujeres rurales, ya que muchas asociaciones del consejo eran de zonas rurales”.

Con el movimiento feminista en plena ebullición, y preparando la ConferenciaInternacional de la Mujer de México (1975), Maathai pasó mucho tiempo discutiendo y escuchando las frustraciones de las mujeres.

“Hablaban de cosas que yo vi que estaban relacionadas: inseguridad alimentaria, malnutrición; falta de agua, de leña y de ingresos. Les dije: si no tenéis leña, plantad árboles.

‘Eso es el trabajo del guarda forestal’, afirmaban. Y yo repuse que el guarda debía plantar en los bosques y terrenos públicos, pero ellas podían hacerlo en sus parcelas”.

Creó el Movimiento Cinturón Verde (MCV) en 1977, como una plataforma para crear grupos de mujeres que formasen y gestionasen viveros de semillas y plantaran los árboles en sus pequeñas huertas, dibujando un cinturón alrededor de ellas.

Los árboles, que Wangari considera “símbolos de esperanza”, son así un medio para conseguir varios objetivos: leña, en un país pobre donde ésta es la principal fuente de energía para cocinar y calentarse; lluvia, atraída por los árboles, que riegue los campos; comida, nacida de los campos regados, que evite la malnutrición; agua para beber, provista por la lluvia.

De paso, luchas contra la erosión del suelo, sensibilizas a la población sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente, proporcionas ingresos a las mujeres y les devuelves una imagen positiva de sí mismas y de sus capacidades. No está mal. Para un árbol.

Mis árboles están siendo cortados, mi nieve se derrite, mis ríos se vacían, no tengo nada que ofrecer; ¿no puedes hacer algo?”.

“No me veían como una amenaza. Yo sólo era una loca plantando árboles. A mediados de los 80 empezó a ser evidente que éramos un movimiento fuerte”.


FUENTE: LA PRENSA Hn

7 comentarios:

Maria dijo...

Muy interesante este post!
La lucha continúa!
Abrazo

Unknown dijo...

Qué interesante. Y qué bien traído, Biblos. Un beso y felicidades, compañera.

isabel dijo...

¡Bravo por las mujeres luchadoras!
A mí también me ha parecido muy interesante esta entrada.

Lola MU dijo...

No la conocía, Biblos. Cuánta gente valiosa hay de la que no tenemos noticia...Gracias por mostrarnosla. Un montón de besos y muchos ánimos en la lucha.

Anónimo dijo...

Como en otras ocasiones me rindo a tus pies. Tu forma de relacionar las cosas, de presentarlas, la sensibilidad que muestras... no dejan de sorprenderme.

Felicidades, tú sigue en la brecha, los demás seguiremos esperando tus intervenciones.

Un amigo del Sur.

Anónimo dijo...

Bonita forma de unir ambas celebraciones.

I. CAMACHO dijo...

Muchas gracias a todos por vuestra visita y vuestras amables palabras. Abrazos.