"En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros." (ALBERTO MANGUEL)

viernes, 12 de marzo de 2010

LAS PECAS DE LA UCA-UCA

Las cosas podían haber acaecido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Era un año cualquiera de la década de los setenta del siglo pasado. En un colegio de la antigua EGB, en un barrio obrero del sur de Madrid, una niña, hija del éxodo rural que estaba despoblando los campos de Castilla, asistía a clase de Lengua Española. La maestra, Elvira Gil González, que tenía la sana costumbre de leer a sus alumnas fragmentos de la narrativa española más reciente, desgranaba con su acento gallego palabras limpias, frescas, cristalinas como el agua de los arroyos que la ciudad hacía invisibles. Y la niña -que no tenía muchos amigos y que no sabía muy bien a qué mundo pertenecía porque sus padres campesinos la habían llevado a la ciudad para que progresara- escuchaba aquellas palabras como quien recoge, en medio del desierto, el maná que cae del cielo. Y así fue como la niña, embrujada por el hechizo de aquellas palabras, entró en conocimiento de Daniel, el Mochuelo; y de Roque, el Moñigo; y de Germán, el Tiñoso; y de don José, el cura, que era un gran santo; y de las Guindillas; y de Paco, el herrero; y de Cuco, el factor; y de las Lepóridas; y de Gerardo, el Indiano; y de la Mica; y de Andrés, "el hombre que de perfil no se le ve"; y de Rita, la Tonta; y de Pancho, el Sindiós; y de Quino, el Manco; y de la Mariuca-uca, con sus ojos azules de inocencia y sus trenzas y su cara llena de pecas... Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera, pero sucedieron precisamente así. Porque fue así como la niña supo que, en el futuro, había de amar la literatura por encima de casi todas las cosas.
Hoy la niña amaneció con la noticia de la muerte de don Miguel Delibes Setién, se la confirmaron sus propios alumnos de la moderna ESO. Según pasaba la mañana, fue tomando conciencia de la importancia del hecho y comprendió que estaba en la obligación de actualizar su blog. De regreso a casa, mientras observaba el deshumanizado paisaje urbano a través de la ventanilla del tren de cercanías, se fue llenando de gratitud y emocionado respeto, y notó que algo muy íntimo se le desgarraba dentro del pecho. Imaginó la carita compungida y pecosa de la Uca-uca y tuvo que hacer esfuerzos para no llorar. Más tarde, frente a la pantalla del ordenador, la niña empezó a escribir estas palabras que -lo sabe- jamás podrán estar a la altura de sus sentimientos. Y lloró, al fin.

(PROCEDENCIA DE LA IMAGEN)



11 comentarios:

Unknown dijo...

En eso estás muy equivocada. Lo están: es un texto precioso. Comparto la emoción: curiosamente, yo también escuché El camino por primera vez con acento gallego de boca de mi profesora. Ya me gustaría a mí crear tanta afición...Un abrazo emocionado.

Lola MU dijo...

Carlota tiene razón; es muy bonito lo que has escrito, Biblos. Tenéis mucha suerte los que sabéis expresar con la palabra todo el cumulo de sentimientos que produce una noticia como la de hoy. Yo, como ya os he dicho, siento que algo "nuestro", muy personal, se ha ido con Delibes y también estoy triste.
Un beso.

Anónimo dijo...

Inma, he leído tu entrada y me debato entre dos opciones: o arañarte por robarme la idea o abrazarte, como Carlota, al comprobar la estremecedora coincidencia.
Te cuento: llevo todo el día pensando qué poner en el blog para homenajear a Delibes. Todo me parecía demasiado obvio, demasiado manido, demasiado elocuente...así que pensaba publicar una simple entrada que comenzase como la tuya, como "El camino", y contar la historia de una niña que estudiaba séptimo de la extinta EGB y que lloró, tan desconsolada y torrencialmente como sólo puede hacerlo una preadolescente, por primera vez al finalizar esa novela...Algo hondo me había tocado. Aún no sé qué.
Todavía conservo aquel ejemplar y lo he releído varias veces; nunca deja de entristecerme el final y eso me reafirma y me llena de consuelo: supongo que porque así constato a lo largo de los años que ,de alguna manera, esa niña, impresionable y llorica, sigue aún viva.
Descanse en paz.

I. CAMACHO dijo...

Gratas coincidencias. Está claro que ha sido un referente para nuestra generación. Abrazos para todas.

Ronsel dijo...

Preciosa homenaxe. Todas y todos le debemos mucho a un hombre humilde que sabía escribir como pocos.
Saludos

Biblioteca do IES Pintor Colmeiro dijo...

Un homenaje extraordinario para un escritor irrepetible.
Saludos,Inma.

Anónimo dijo...

Un sincero homenaje que sólo puede salir del corazón.
Aunque don Miguel murió, sus obras y sus entrañables personajes no están hoy huerfanos, cuentan con el cariño de muchas personas como tú.

Saludos desde el sur y felicitaciones también un día como hoy,Inma.

Unknown dijo...

Maravillosa entrada, mañana la compartiré con mis alumnos en clase de Lengua.

Serafín dijo...

También a mí me ha emocionado esta entrada del blog. Saludos con acento gallego.

Toni Solano dijo...

Como los anteriores comentaristas han expresado con claridad la impresión mágica de tu entrada, me quedo con la imagen de la maestra leyendo literatura en el aula, un acto que jamás debería haberse convertido en una rareza.
Un saludo.

I. CAMACHO dijo...

Muchas gracias a todos. Ha sido hermoso compartir esta emoción con vosotros. Y me alegro mucho, Toni, de que te quedes con esa imagen, porque la maestra -que está ahí con su nombre y sus dos apellidos- es la protagonista principal de la entrada: ella fue el vehículo, la artífice de ese momento mágico. Jamás he podido darle las gracias, pero jamás lo he olvidado y quería reflejarlo aquí. Saludos.