"En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros." (ALBERTO MANGUEL)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

DISCURSO DEL NOBEL DE LITERATURA

Elogio de la lectura y la ficción

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d'Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma aescribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero.

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MARIO VARGAS LLOSA

2 comentarios:

Unknown dijo...

No me extraña que llorasen todos, incluido él, a moco tendido. Es un discurso precioso, verdadero y necesario. Entre otras cosas, me encanta cómo destaca el papel absolutamente vital de la ficción, de la literatura. ¿Qué nos queda si nos quitan el sueño, el inconformismo, la fantasía, la evasión, la posibilidad de crear, de recrear...? ¡Qué suerte que escribiste, Mario!

Anónimo dijo...

Ayer mismo me leí el discurso de cabo a rabo...Qué maestría en el uso de la palabra y de la idea. Tengo pendiente el entresacar los fragmentos en los que diserta sobre el papel de los libros, de la literatura y de la ficción para comentarlos en clase. Son tan certeros como emotivos: palabras vivas.
Qué elegancia la de Mario. Me quito el sombrero.