A veces las infancias escapan de sí mismas
y corren por la lluvia como en fuera de juego
sin oír las sirenas de los árbitros.
Es verdad que son mares en un vaso de agua,
pero hay olas que tienen esa espuma
de las alineaciones,
paraísos que aguardan los despachos
del último minuto
o días que amanecen
con la tranquilidad de un tres a cero,
de un cinco a cero en punto de la tarde.
Por lo demás también hay labios
en el extremo izquierdo del domingo,
lesiones en las dudas del mañana,
pasados que regresan
igual que una llamada de teléfono.
- ¿Y lo de ayer? Sonríe la memoria
cuando parece amiga del equipo contrario.
Las verdades del área,
con sus rayas de fría matemática,
son ardientes amores de ficción
en manos de un penalti.
Por eso saben mucho
de la felicidad y la belleza.
No conviene que demos a estas cosas
un valor excesivo.
Son noventa minutos en un vaso de agua.
Pero a mí me han quitado muchas veces la sed.
LUIS GARCÍA MONTERO, Vista cansada, Visor, Madrid, 2008
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