...dejar, durante un rato, de ser el de siempre, de vivir la vida de siempre, con sus limitaciones, constricciones, normas y estrecheces. Leyendo puedo sentir el deseo, el miedo, la aventura, saltando precipicios, descubriendo tesoros, sumergiéndome en la mente del asesino. Puedo transitar otros mundos, comprender otros puntos de vista, experimentar otras formas de vivir. Abandonando mi cuarto, el vagón de metro, el sillón, viajo por la mente y en el corazón de otros, veo por sus ojos, percibo sus olores, oigo sus canciones, me enamoro de ellos. Leer es experienciar cómo el mundo fantástico, quimérico de los libros va poco a poco confundiéndose y transformando la realidad (porque no hay una frontera entre la letra impresa y las tapas del libro, y las cosas que me rodean) hasta el punto de que el más árido y reseco rincón de La Mancha se convierte el escenario de una aventura legendaria, noble, ideal.
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