Hemos visto, ¡alegría!, dar el viento
gloria final a las hojas doradas.
Arder, fundirse el monte en llamaradas
crepusculares, trágico y sangriento.
gloria final a las hojas doradas.
Arder, fundirse el monte en llamaradas
crepusculares, trágico y sangriento.
Gira, asciende, enloquece, pensamiento.
Hoy da el otoño suelta a sus manadas.
¿No sientes a lo lejos sus pisadas?
Pasan, dejando el campo amarillento.
Por esto, por sentirnos todavía
música y viento y hojas, ¡alegría!
Por el dolor que nos tiene cautivos,
por la sangre que mana de la herida
¡alegría en el nombre de la vida!
Somos alegres porque estamos vivos.
2 comentarios:
Tuve la inmensa suerte de conocer a José Hierro en un curso sobre Pedro Salinas en Santander. Luego, por circunstancias, yo pasaba a menudo por la puerta de un bar por el Retiro y...allí estaba él, escribiendo y mirando la ciudad por la cristalera. Gracias por regalarnos el poema. Siempre es un placer recordar a José Hierro.
Un poema precioso para disfrutar de esta estación. Alimentando los días grises con poesía parece que tengan otro color.
Besadetes / Besitos y mucha poesia
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