NOS VISITÓ ANTONIO COLINAS

Ayer, día 31, tuvimos con nosotros al poeta y Premio Nacional de Poesía Antonio Colinas, que se encontró con los alumnos de Segundo de Bachillerato en la Biblioteca de nuestro centro. Fue un encuentro con uno de esos autores que normalmente vemos en las antologías y en los libros de texto, un encuentro con la poesía en vivo. Por alguna razón, tendemos a pensar que la poesía es algo muy antiguo y que todos esos poetas que estudiamos en clase están muertos. Antonio vino para demostrarnos que no es así. Que la poesía está viva, que goza de buena salud y que los poetas -incluso esos que llamamos clásicos- siguen plenamente vigentes. Desde el Plan de Fomento de la Lectura elaboramos un cuadernillo que entregamos a todos los asistentes al acto para que pudieran seguir mejor el recital. En él presentamos al poeta como "un clásico de nuestro tiempo". ¿Y por qué un clásico? ¿Porque es ya un autor consagrado? ¿Porque tiene en su haber algunos premios prestigiosos? ¿Porque aparece en las antologías? Indudablemente, por todo eso también. Pero, sobre todo, porque es autor de una obra poética que ha asimilado plenamente la tradición clásica, esa larguísima cadena en cuyos eslabones figuran lo grecolatino, lo renacentista, lo romántico, lo simbolista, lo modernista y hasta lo surrealista.

Antonio Colinas repasó su trayectoria literaria, nos habló de su concepto de poesía, recitó exquisitamente algunos de sus poemas más representativos y respondió con suma cordialidad a cuantas preguntas quisimos formularle. Fue un encuentro inolvidable del que disfrutamos plenamente, conscientes del privilegio que supone poder escuchar un poema en la voz de su propio autor: un lujo que muy pocas veces nos podemos permitir.

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NACIMIENTO AL AMOR

-TRAES contigo una música que embriaga el corazón,
le dije. Y en mis ojos rebosaban las lágrimas.
Llenos de fiebre tuve mis labios que sonaban
encima de su piel. Por la orilla del río,
trotando en la penumbra, pasaban los caballos.
De vez en cuando el viento dejaba alguna hoja
sobre la yerba oscura, entre los troncos mudos.
Mira, con esas hojas comienza nuestro amor.
En mí toda la tierra recibirá tus besos,
me dijo. Y yo contaba cada sofoco dulce
de su voz, cada poro de su mejilla cálida.
Estaba fresco el aire. Llovían las estrellas
sobre las copas densas de aquel soto de álamos.
Cuando la luna roja decreció, cuando el aire
se impregnó del aroma pesado de los frutos,
cuando fueron más tristes las noches y los hombres,
cuando llegó el otoño, nacimos al amor.

(De Preludios a una noche total, 1969)